
Tú, sirena varada en el desierto
desierto de salitre, de asfalto y gentíos,
Permíteme mostrarte el charco,
el dulce agua del oasis de mis labios.
Sirena, triste y melancólica,
Permíteme sostenerte en mis brazos,
remolcadores de tus sueños,
de sencillos y delicados lazos.
Haz de mi esfuerzo un sino,
la opción acertada de auxilio,
Quién te llevara al mar,
junto con sueños, recuerdos y destino.