miércoles, 6 de octubre de 2010

Vuelta de página


Hoy decido dar vuelta de página de mi existencia. Hoy redacto la última entrada de este episodio de mi vida. Hoy digo adiós a Casiarturo. Casiarturo, seudónimo cuanto menos absurdo a estas alturas, cubrió hasta hoy mismo el nombre de Roberto Alonso, poeta y persona creadora de las entradas de este intangible vórtice de pensamientos.

Digo adiós con estas letras al postumado versar y redactar de letras que era. Hoy quiero comenzar de cero, arrancar un nuevo mundo y, por supuesto, seguir escribiendo.

Quiero deciros un "hasta luego" a todos los que siempre me visitaron, un enorme GRACIAS, porque lográbais arrancarme mil sonrisas. Pretendo empezar a escribir de verdad, aunque prefiera hacerlo en la privacidad de mi cuaderno, deseo elevar la voz para recitar como es debido pronto, no por desentenderme del blog, digo adiós a la poesía y al contacto con todos los que ya considero MIS AMIGOS.

A continuación dejo mis vías de comunicación, para aquellos que aun quieran conservar el contacto y por supuesto no dejar de vernos en recitales, citas y eventos.

Un abrazo a todos, CASIARTURO.

Facebook: http://www.facebook.com/profile.php?id=1244136376
Correo electrónico: robertoalonsoc@gmail.com

lunes, 4 de octubre de 2010

Sábado Santo, a los 15 años


Si fuéramos muchachos otra vez,
si nos castigaran sin salir,
como aquella noche de abril,
repetiría de nuevo aquello, otra vez.

Hace bastantes años ya,
en la que salir era más importante
que nuestros deberes.
Desafiando las paternas leyes.

Sábado noche,
nada de santo tenía.
Póstumo castigo cumplíamos.
Culpables: conspiramos.

Ser, empujado por mi iniciativa,
salió fugaz,
yo, a hurtadillas
y maquiavélico tras él, cerré sin llaves.

Paquito echó pestillos varios.
Inteligentes, poco inteligentes
fuimos aquella noche,
de escape improvisado.

Paco, casi se deja por la ventana,
y contra el suelo, los dientes.
Fuimos los más felices por una noche,
de Sábado, de santo, de oscuridad.

Pateamos las calles,
en los bares, desconocidos,
eran todos muy mayores.
Acabamos en el parque.

Tardamos 2 horas
en darnos cuenta de nuestros errores.
Puerta cerrada, Ventana
en lo alto de la tapia,
a más de 6 metros de nosotros.

Cómo volver dentro sin despertar
a quienes dormidos, nos castigaban.
Susurrando en voz alta, rogamos
que abriera uno de nuestros hermanos.

Sorpresa fue que la puerta se abriera,
palidez extrema la nuestra,
pues nos aguardaba tras ella,

imponente

mi viejo,
con rostro más cansado que enojado,
deseando volver a su letargo.

Apretamos dientes y puños al reptar por su lado,
pues esperamos más de uno y de dos,
un señor hostiazo a nuestro paso.

No lo hubo, más humillante que ser golpeado,
fue, tras el hurto, ser cazado.


Dedicado a mis compinches de fechorías durante aquellos años, Ser y Paco.
Y a Voltios por sus poesías, que empujan al recuerdo de cada uno, de esos lindos momentos, gracias.