viernes, 20 de agosto de 2010

Hoy por hoy es jueves, y no es el día de mi muerte




Hoy ya no existen los lunes, ni los martes, ni los miércoles, viernes, sábados o domingos, hoy, sólo es jueves.

Mañana será jueves, pasado también, y al otro, y a los otros seguramente. Jueves anhelando un viernes que augure el fin de semana de retorno, de descanso, de disfrute, de sonrisas, de sol, de lluvia, de calor, de relámpagos fugaces surcando el cielo de nuestra efímera existencia. Mas no llegarán, no por el momento, pasan los relojes vitales de vuelta, pasan veloces, no dan tregua al jueves, uno tras otros, nos abruma con su eterna espera.

Hoy, como un triste y aburrido peldaño de interminable escalera, del pesar dulce triste melancolía destapada, los recuerdos y alegrías de antaño me abrazan. Lejos quedaron los trastabilleos del subir a trote, de dos en dos, de tres en tres, los peldaños en la penumbra de tu escote. Lejos, como el mar estos meses, estos días pasados, que ni mojado por su sal en mi frente, logran despertar el letargo de abrumadora soledad incoherente.

Hoy a viernes, para los mortales adyacentes, tuerzo la mueca con desdén del diecinueve a veinte. Pruebo a saborear el limón del sollozo amargo de la impotencia incrustada en mi lloro. No logro levantar la vista, para qué, para qué si puedo escribir mirándome los pies... Luego un corrector autográfico hará las suyas entre las erradas letras de mi escrito, ¿perderán mis ojos estacados por lentillas sucias el tiempo suficiente a autoleer mi paradigma?

Hoy, es hoy, duela o no, alegre o no, es el día que toca, y toca siempre, el día que viene a continuación de ayer, luchemos por no detener el tiempo, por verlo fluir, con el desprecio que se merece, porque el que nos han otorgado es poco como para detenerse a ver como se pierde... Ni filósofos ni pensadores me entienden...

Dejo dormir a las almas errantes entre letras ajenas, ante la mirada atenta del ojo de un viernes...

lunes, 2 de agosto de 2010




Describirte deseo, sin buscar el aroma dentro de los versos de un poema, y si fuera esto cierto, para decirte lo que veo en tu mirada, habría más que vocales enredadas con mudas "haches" en tus pupilas, en muestra clara de absorta emoción al observarlas...

Más allá de las vagas palabras tardías de las conversaciones a destiempo, buscaría la semántica de los abrazos infinitos, unidos al eterno gerundio de todas tus sonrisas, y las enmarcaría para siempre por escrito, si existieran palabras que lo definieran en todos los idiomas del mundo.

Crearía lenguas artificiales, supérfluas y sinsentido capaces de diferenciar el cariño de amor y éste del deseo y la pasión. Con todo ello se diría sin palabras, sólo a besos, cómo palpita el corazón de este simple individuo al verte descender las escaleras, peldaño a peldaño, del olimpo que debió cobijarte hasta caer a nuestro suelo...

Por ello, escribo en un tiempo perdido oraciones convencionales de cualquier niño de primero, primero de primaria, secundaria y todas las que vengan detrás, para licenciarme algún día en la interminable carrera de la vida. Completaré cada práctica de conversaciones transcendentales, serviré con gusto en las becas de la paciencia y empatía. Buscaré todas las optativas de cuidarte cada segundo, y solo espero repetir una y otra vez en cada una de las asignaturas del curso de tu anatomía.