lunes, 27 de julio de 2009

A destiempo...



Nunca diré que nunca fuiste. Al contrario: siempre fuiste. Hasta hace un segundo, todavía sigue siendo un siempre fuiste. Al no existir presente, queda conformismo.

Pero ya no es tan importante el percibirlo como sentirlo y encubrirlo. Siempre fuiste mejor que el amanecer por las mañanas, mejor que verlo desde mi ventana. Siempre fuiste mejor que un sol radiante inundando el iris de mis ojos en verde intenso. Siempre fuiste mejor que el culpable de que así fuera, y que a cada despertar pudieras verlo. Mejor que cualquiera de mis últimos siete recuerdos. Mejor que las 3 letras que te componen encajadas en una frase cargada de lindos elogios. Siempre fuiste mejor que lo que ahora tengo. Siempre fuiste lo que siempre hubiera querido. Siempre fuiste lo que nunca debí haber perdido. Siempre fuiste maestra de lo que ahora poseo, incluso cuando ya no te tengo. Siempre fuiste agradecimiento. Siempre fuiste mi mejor compañero, y siempre fuiste el rival más digno de batir en duelo. Siempre fuiste incapaz de evitar lo que para mí era un orgullo. Siempre fuiste lo que nunca se debe tocar con fuego. Siempre fuiste incombustible y un incendio. Siempre fuiste mi contrario elemento. Siempre fuiste capaz de evaporarme, capaz de sentir que soy lo más alto y lo más bajo. Siempre fuiste quién sin duda estas palabras hubiera leído.

Para ti, siempre queda un fastasma como recuerdo. Hasta siempre, por siempre y por lo que fuiste siempre.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Nunca deje de ser quien estas palabras hubiera leido.

el autor dijo...

No permitas que tan sólo unas palabras mantengan este frágil vínculo.